2) ASTRONOMÍA EN EL ANTIGUO EGIPTO.
El año civil egipcio tenía doce meses de treinta días, más cinco días llamados epagómenos. La diferencia, pues, era de un cuarto de día respecto al año solar. No utilizaban años bisiestos: 120 años después se adelantaba un mes, de tal forma que 1456 años después el año civil y el astronómico volvían a coincidir de nuevo.
El Nilo empezaba su crecida más o menos en el momento en que la estrella Sothis, nuestro Sirio (el Sepedet de los egipcios), tras haber sido mucho tiempo invisible bajo el horizonte, podía verse de nuevo poco antes de salir el Sol.
El calendario egipcio tenía tres estaciones de cuatro meses cada una:
-Inundación o Akhet.
-Invierno o Peret, es decir, "salida" de las tierras fuera del agua.
-Verano o Shemú, es decir, "falta de agua".
La apertura del año egipcio ocurría el primer día del primer mes de la Inundación, aproximadamente cuando la estrella Sirio comenzaba de nuevo a observarse un poco antes de la salida del Sol.
De finales de la época egipcia (144 d.C.) son los llamados papiros de Carlsberg, donde se recoge un método para determinar las fases de la Luna, procedente de fuentes muy antiguas. En ellos se establece un ciclo de 309 lunaciones por cada veinticinco años egipcios, de tal forma que estos 9.125 días se disponen en grupos de meses lunares de 29 y 30 días. El conocimiento de este ciclo permite a los sacerdotes egipcios situar en el calendario civil las fiestas móviles lunares.
La orientación de templos y pirámides es otra prueba del tipo de conocimientos astronómicos de los egipcios. Se construyeron pirámides como las de Gizeh, alineadas con la estrella Polar, con la que les era posible determinar el inicio de las estaciones usando para ello la posición de la sombra de las pirámides. También utilizaron las estrellas para guiar la navegación.
El legado de la astronomía egipcia llega hasta nuestros días bajo la forma del calendario. Heródoto, en sus Historias dice: "los egipcios fueron los primeros de todos los hombres que descubrieron el año, y decían que lo hallaron a partir de los astros".
La perspicaz observación del movimiento estelar y planetario permitió a los egipcios la elaboración de dos calendarios, uno lunar y otro civil. El calendario Juliano y, más tarde, el Gregoriano —el que usamos actualmente—, no son más que una modificación del calendario civil egipcio.